mi artículo De ideas, personajes y tumbas, sobre La tumba de Lenin, de David Remnick

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La lectura crítica del libro La tumba de Lenin. Los últimos días del imperio soviético, de David Remnick, permite a la autora relacionar los horrores del comunismo, su estrepitoso derrumbe y su reivindicación –no tan feliz– en los albores del siglo XXI, con la Venezuela actual, donde una nueva religión pretende imponerse como razón de Estado

La historia no se repite,pero…

Las páginas de La tumba de Lenin. Los últimos días del imperio soviético, de David Remnick (Debate, 2011) puede causarnos estupor en tanto habitantes de Venezuela. Si bien la historia no se repite, las culturas y sociedades son distintas y la diferencia priva por sobre la semejanza a la hora de abordar procesos de épocas y geografías diversas, La tumba de Lenin nos lleva a otra tumba. La década de los ochenta y el principio de la década de los noventa del siglo pasado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tienen algo que decirnos a los venezolanos de hoy.

Un hombre solo

Mijaíl Gorbachov, hombre formado en las filas del Partido Comunista de la Unión Soviética, se proponía volver a las fuentes originales del leninismo para recuperar un empuje revolucionario capaz de conjugar  el descomunal fracaso de un experimento social único en la historia.  Dos palabras hoy olvidadas se pusieron de moda: “Perestroika” y “Glásnost”. La primera se refería a una profunda transformación que colocaría a la Unión Soviética en la vanguardia económica mundial; la segunda, a un proceso de liberalización política que suponía, por ejemplo,  destapar verdades tremendas sobre el pasado estalinista.

Sigue en este link: De ideas, personajes y tumbas revista El Estilete

Sobre la creación sin compromiso estético:FONCA, FONCA, nadie duerme hoy | Letras Libres.Daniel Espartaco Sánchez

Anotación mía: el riesgo de toda política cultural que favorezca el financiamiento del acto creador mismo es convertir  el arte o la literatura en un gesto de asentimiento ante lo establecido estéticamente hablando. Solo la literatura consciente de sí misma puede darse el lujo peligroso de una beca sin perder su identidad.

¿No estaremos demasiado mimados? Yo creo que el escritor es aquel que escribe un libro con beca o sin beca, con una pierna o sin una pierna, etcétera.

Aquí está el link: FONCA, FONCA, nadie duerme hoy | Letras Libres