
«Pseudociencia y posmodernismo han convergido en la última década, dando lugar a un movimiento que rechaza la posibilidad de determinar si las asunciones sobre el mundo natural y social son demostrables o falsables, correctas o incorrectas, y como consecuencia, sitúan al mismo nivel las argumentaciones científicas y pseudocientíficas. Esta falta de jerarquización entre paradigmas se fundamenta en la imposibilidad de establecer un criterio objetivo que permita discernir la verdad de la mentira, un filtro que evalúe qué proposiciones y teorías son aceptables y cuáles no. De esta manera, los relativistas posmodernos tienden a ver con buenos ojos aquellas teorías que parecen apoyar sus objetivos personales o políticos. Relativizan el valor del conocimiento científico y lo ponen en pie de igualdad con el conocimiento adquirido mediante otras tradiciones culturales. Han abandonado la idea clave de que la acción política ha de estar al servicio de los seres humanos, de su dignidad, libertad e igualdad y no de los intereses particulares y temporales».
vía Manifiesto contra el auge del posmodernismo anticientífico.
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