La tragedia venezolana se mide por la magnitud del olvido de las conquistas colectivas y el constante rumiar los agravios reales o imaginarios del pasado reciente o lejano. Con suma facilidad se impone entonces la fuerza de las armas -la cara heroica y sangrienta de nuestro patriarcado de aventureros y mujeres solas- como única salida ante la inercia del fracaso como imaginario…(sigue) Civiles, de Rafael Arráiz Lucca; por Gisela Kozak Rovero « Prodavinci.
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Entre un Happening y el paso de Las horas claras:novelas del atrevimiento
Que Gustavo Valle se haya atrevido a lanzarse por la senda abierta por Jack Kerouac, en su famosa En el camino, y Jacqueline Goldberg por la senda de Lluvia, de Victoria de Stefano, habla de aires distintos en la novelística venezolana, de una diversidad y de unas búsquedas personalísimas premiadas por la La Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana, cuya apertura genérica soporta propuestas fuera de lo común como estas novelas. Sea por la soledad agónica de sus protagonistas, porque ambos textos apelan constantemente al arte, a la búsqueda estética, como redención íntima, la prosa perfecta y serena de Las horas claras con su mundo burgués en plena y contenida tensión, tiene vínculos con la trepidante novela de Valle, salpicada de barro, sangre, momias, zancudos, teatro del absurdo y tragos de cerveza. Morocho, Rebeca, Alex, Francis están tan levemente locos como Madame Savoye, y en ellos la modernidad representada en la herencia y el espíritu de Tadeusz Kantor y Le Corbusier se manifiesta como afirmación rotunda pero amarga de la individualidad.