La crítica cultural marxista sigue siendo influyente, tal como se evidencia en el protagonismo de la noción de ideología, en especial en su sentido de falsa conciencia. El proletariado permanece cegado ante la realidad de la dominación capitalista no sólo a través de la fuerza sino de ideas, valores y creencias que presentan como “natural” un orden social dado. Es de una arrogancia única calificar de “falsa conciencia” prácticas tan diversas como la religión, el derecho, la moral o la filosofía, pero para el marxismo las prácticas simbólicas y de organización más acrisoladas de la sociedad pueden ser aviesas justificaciones de la explotación del hombre por el hombre.